Desde hace algún tiempo todo el mundo habla de las competencias básicas: hay que desarrollarlas en nuestro alumnado, pero para ello hay que revisar los proyectos educativos de los centros, los proyectos curriculares, las programaciones de aula,... Hay que hacer tantas cosas, que asusta con sólo pensarlo. Creo que la clave de todo está en lo que hacemos en nuestras aulas, los contenidos que trabajamos, las tareas (actividades, ejercicios, o como queramos llamarlas) que les proponemos y lo que esperamos que aprendan (lo que evaluamos). Un vistazo a las pruebas de evaluación de diagnóstico (P.E.D.) que se vienen aplicando en los niveles de 5º de Primaria y 3º E.S.O. puede arrojarnos mucha luz en este asunto. No se trata de acumular contenidos, sino de saber manejar la información, que, por otra parte, en los tiempos que corren, fluye en abundancia y la tenemos al alcance de la mano. Se trata, en definitiva, de enseñar a pensar a nuestro alumnado, si ello es posible, o, cuanto menos, favorecer el desarrollo de su pensamiento. Para ello no podemos seguir consumiendo el tiempo de nuestras clases y el esfuerzo de nuestros alumnos y alumnas en almacenar información en sus cabezas, pues ya no tiene sentido. Tampoco abogo por la demonización de los contenidos y la memoria, sólo quiero decir que estos deben estar al servicio del pensamiento y no al contrario. El fin último del sistema educativo no puede seguir siendo que el alumnado integre en su cabeza una ingente cantidad de contenidos descontextualizados, sino que llegue a ser una persona capaz de desenvolverse en el medio donde vive. Hay que seleccionar entre la propuesta del libro de texto (si es este recurso el que utilizamos) lo que realmente nos sirva a este propósito, liberándonos de la tiranía a que nos somete con demasiada frecuencia. Hay que liberar tiempo para favorecer el desarrollo de las destrezas intelectuales, que en definitiva son las que nos garantizarán la adquisición de las competencias. Si comparamos las actividades que nos proponen los libros de texto con las que nos encontramos en las P.E.D. notaremos que existe un abismo; no podemos extrañarnos luego de los resultados que arrojan estas pruebas.
Ya se están diseñando gran número de actividades (o tareas) que pretenden desarrollar las competencias de nuestro alumnado. Como ejemplo, aquí os dejo esta página, del CEPR Pablo de Olavide, de Prado del Rey (Cádiz), que nos presenta un completo banco de recursos, que incluye un apartado sobre las competencias básicas en primaria bastante ilustrativo (más de sesenta actividades y materiales). Es sólo una muestra, pero seguro que a cualquier docente se le ocurren muchas más.
Es hora de replantearse nuestro trabajo, de considerar qué funciona y qué no y de tomar decisiones en consecuencia.
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