Mi amigo José María Toro me envió unas palabras que quiero compartir en este espacio, pues encierran mucha sabiduría y pueden ayudarnos a reconsiderar muchos de nuestros esquemas como personas y como docentes.
"Cuando vemos luz tras una ventana sospechamos que hay alguien dentro. Por eso, cuando unos ojos se opacan, cuando pierden su brillo y la mirada se muestra apagada nos percatamos que esa persona es como una casa vacía.
Pocas cosas me resultan tan sobrecogedoras como los ojos apagados de un niño porque me indican que salió de sí mismo, vive exiliado de su propia alma y anda errante y perdido en medio del mundo.
Un maestro debe aprender a mirar la mirada de los niños y debe dejarse mirar por ella. Ha de saber que el niño de mirada perdida no puede mantener fija su atención porque su mundo interno es un laberinto, un caos, un desasosiego, todo un universo de tensión, inquietud, ansiedad e incluso miedo.
El niño salió de su casa sin saberlo y ahora no sabe el camino de regreso y no encuentra las llaves que le devuelvan a su propio hogar.
Los ojos no son sólo el espacio desde el que miramos sino que han de ser objetos permanentes y continuos de nuestra mirada.
Mirar a los ojos es una urgencia pedagógica, un impresionante reto vital.
Devolver el brillo, la luz y la belleza a los ojos apagados de los niños y jóvenes es también una competencia básica, un contenido curricular y una eficacísima herramienta metodológica.
Iluminar los ojos de los niños es devolverlos a casa, a su casa, a su corazón.
Es maestro quien con su propia lumbre prende lo que estaba apagado, aviva lo mortecino y es capaz de hacer resurgir algo nuevo de las cenizas.
Educar es, a fin de cuentas, el arte de encender los ojos del entusiasmo y de la alegría para que todo el rostro se ilumine con el resplandor de lo mejor de sí mismo".
JOSÉ MARÍA TORO
5 comentarios:
Al leer ésto vuelvo a sentir que la educación vale la pena, que de alguna forma somos parte importante en la vida de los niños-niñas, que tenemos tanto que aprender de la simplicidad de una mirada y de la alegría infinita de una sonrisa. Gracias por recordarme la importancia de una mirada brillante... Saludos
CArolina F
(Párrafo del primer capitúlo de mi novela corta titukada El Loquillo)
Llovía, cuando salí a la calle. Una bruma pegajosa envolvía las cuatro casas, chimeneas humeantes, con olor a pan caliente, que eran la aldea. Anduve por callejuelas solitarias y empedradas. Un perro flacucho estiró sus orejas al verme y, tras husmearme, se alejó con indiferencia.
La vida, no obstante, parecía regresar sin prisas, marcando, eso sí, el íntimo y entrañable valor de cada instante, presente en olores y sonidos que reverberaban el hogareño trajinar de aquel puñado de habitantes.
Al cruzar la calle principal, me detuve en la ventana de un viejo porche. Allí, estático, con la nariz pegada al cristal, había un niño. Al descubrirlo, tuve la impresión de que me había observado, paso a paso, desde que, haciendo piruetas, caminaba entre charcos, piedras y aceras embarradas.
No obstante, al acercarme a la ventana, se mantuvo extático en aquel gesto que resultaba grotesco a través del cristal mojado.
Le tiré un beso, lo saludé agitando la mano, le sonreí, pero aquel pequeño, de ojos inmensos, metido en una sucia y descotada camiseta, era, así lo evidencié desde un primer encuentro, un deficiente mental.
Había dejado de llover. El último toque de Misa apresuraba a piadosas mujeres que, acurrucadas en grandes velos, se dirigían a la iglesia. Al cerrar mi paraguas de vistosos colores, aquel pequeño, extasiado con los hilillos de agua que corrían por debajo de las aceras, levantó sus párpados, más bien amoratados, y encogiéndose de hombros en un gesto de ingenua timidez, me miró y sonrió.
Pasé un años en aquella aldea. A José Antonio, el Loquillo, como familiarmente lo llamaban, jamás lo he podido olvidar, y si Platero, borrico peludo y suave, fue el plateado sueño de un poeta, para mí, aquel niño deficiente, va a ser el objeto de mi mejor inspiración.
Si el genio crea, el talento explora y el ingenio canta, éste último, en mi narración, viene a ser la canción sublime que la mente enferma de un niño entona, sin apenas notas, a la vida, pero que nos recrea, que nos hace abrir los ojos para ver y captar esos destellos de conocimiento que, perdidos apenas nacer, en la oscuridad de un cerebro inmaduro, son como bengalas fugaces que, no obstante, nos deleitan con su colorido, con su lluvia de estrellas.
Mi narración va por ti, Loquillo. Si ser normal es crear, construir y cantar, voy a intentar hacer todo esto, al menos por una vez, pero tú que confundes a las mariposas con pétalos desgajados por el viento, que juegas con las gotas de lluvia como si fueran estrellas rotas, que sabes contar hasta cinco las cabras de la manada de Quico, tú, mi Loquillo, vas a ser mi genio, mi talento y mi canción.
¡Vamos, pequeño! ¡No tengas miedo! Tú no estás en la fe de erratas de la vida, ni eres una tara en el maravilloso concierto de la creación, tú, como el blanco y el negro, como el dulce y el salado... eres la otra cara de la moneda, el gran acierto de la contradicción.
Sonríe, Loquillo. La gente de España es gente de pueblo igualito al tuyo, y saben también de niños que, como tú, serán eternamente felices porque nacieron y morirán eternamente niños.
Mi enhorabuena a Manuel Dorado por esta página y a José María TOro por su artículo. Los niños y niñas, todos, serán siempre la mejor sonrisa que no regale la vida. Isabel Agüera
Gracias, amiga Isabel, por tu comentario. Es un lujo que personas como tú participen en este espacio.
Un abrazo.
ESTOY ENCANTADA CON LO QUE HE ENCONTRADO DE USTEDES Y A PROPÓSITO DE INFANCIA CREO QUE TIENES TODA LA RAZON CUANDO DICES QUE HAY QUE MIRAR A LOS OJOS DE LOS NIÑOS Y DE LAS NIÑAS: TIENEN TANTO QUE CONTARNOS Y AVECES NO ENCUENTRAN A QUIEN PORQUE A PESAR DE QUE SU MAESTRO O MAESTRA ESTÉ TAN CERCA ELLOS Y ELLAS LO SIENTEN O LA SIENTEN MUY LEJANA(OS) A SUS PROPIOS INTERESES. EL MUNDO VA TAN RAPIDO QUE NOS ESTAMOS OLVIDANDO DE QUE LOS NIÑOS Y LAS NIÑAS ESTÁN CADA VEZ MÁS SOLOS Y SOLAS Y ELLO ME PREOCUPA MUCHO PORQUE A MENUDO ESCUCHO DECIR QUE LOS NIÑOS Y LAS NIÑAS SON EL FUTURO DE UN PAÍS PERO LOS ADULTOS NO SE DETIENEN A PENSAR QUE LO HEMOS CONVERTIDO EN UNA CÁRCEL DE VIOLENCIA Y SOLEDAD.
MARTHAC COLOMBIA
Geniales los cuatro, ¿que más voy a decir? soy maestra y lo vivo
Publicar un comentario